A poco más de 40 kilómetros de Hannóver se encuentra la ciudad de Celle. En
Celle falleció a principios de junio de 1979, como consecuencia de un ataque
cerebral sufrido días antes, un escritor a cuya literatura debe la mía
defectuosa unos cuantos impulsos que agradezco.
Me refiero a Arno Schmidt. Nació hace cien años en Hamburgo. Para celebrar
la cifra redonda, el museo Boman de Celle le ha dedicado una exposición y allá
fui yo con mi apacible fervor y mi cámara de fotos. Entrada: 5 euros. Es una exposición
de objetos, de páginas manuscritas, de fotografías, pero también de entrevistas
filmadas, imágenes del escritor y textos explicativos, todo ello repartido por
una sala subterránea sin más luz que la que irradian las lámparas próximas a
los objetos expuestos. Hay sillas en las que acomodarse mientras uno ojea
libros de Arno Schmidt o descansa o medita, y hay en el cuidado y buen gusto
puesto en cada detalle muestras de la veneración agradecida por los hombres
egregios (que diría Ortega y Gasset) que echo de menos en otras partes donde la
palabra, escrita o hablada, está continuamente sometida a suspicacia y a mal
trato.
Pero basta de monsergas.
Pongo acto seguido a disposición de quien sienta curiosidad unas cuantas fotos
que hice durante mi visita.
Una exposición donde sólo
alumbran los vestigios del escritor
Arno Schmidt arruinó su salud a
fuerza de trabajo. Se levantaba a las tres de la madrugada y escribía o
traducía hasta la extenuación. No iba al médico. En realidad, apenas salía de
su casa en la aldea de Bargfeld. Se medicaba sin medida.
La cazadora verde de cuero que el escritor llevó durante muchos años en sus
paseos y con la que aparece a menudo en las fotografías. Cuando visité su casa,
mientras me documentaba para escribir Viaje
con Clara por Alemania, la chaqueta colgaba donde él la dejó por última vez
antes de morirse.
Una rareza: Arno Schmidt sonriente
Instrumentos de trabajo
Las célebres fichas de Zettel´s Traum, obra voluminosa en la que Arno Schmidt estuvo
trabajando durante largos años; la que, según su mujer Alice, le arruinó la
salud y terminó de aislarlo del mundo.
Ojo a la repisa. Dos parientes lejanos de Mendizábal.